Llegó al doblaje por casualidad: su tía Marta Fábregas -actriz de teatro- la inició en la profesión del doblaje.
ELSA:
Contigo se va el misterio, la sabiduría, el espíritu del arte con mayúsculas, entre paréntesis y entre comillas, con puntos suspensivos, con signos admirativos y de interrogación… con pausas de entonación subliminal, con intención leve, con la inefable suavidad del que no quiere ofender pero ahonda en el espíritu como si clavara un cuchillito fino, que apenas cabe en la mano, pero que penetra en el alma del que escucha, del que sabe escuchar. Después de ti, nosotros, tus admiradores, tus discípulos, ya no tenemos referente vivo para seguir creando. Porque nos has sumido en la nada, solo nos queda el recuerdo de tu magisterio, de tu fuerza interior, del fuego de tu pasión, del bálsamo de tus palabras, de la sutil interpretación de un texto, de un suspiro, de una risa, de un llanto…has sido, eres y serás la actriz más grande que hemos conocido y podamos conocer jamás. Tu genio (el físico y el artístico) no podrá borrarse de la memoria de los que amamos nuestra profesión. Tus arrebatos forman parte de la leyenda, tu ternura y tu fuerza nos conmueven como si fueras una semi-diosa, una heroína de tragedia griega que ha sabido traspasar nuestros corazones hasta dejarnos sin respiración. Afortunadamente tu carrera ha sido larga y has dejado vestigios de tu genialidad a varias generaciones. El que desee saber y quiera comprender cómo se transforma en arte puro un doblaje, simplemente que te escuche, que beba de tu fuente y si es capaz de comprender de donde emana el misterio que te ha hecho grande, que se dé cuenta, si puede, de la inmensidad de tu temperamento, de tu amor por una profesión muchas veces denostada, casi maldita pero que, de vez en cuando, produce casos extraordinarios, sublimes, únicos y geniales.
Rindámonos hoy ante el talento de una actriz de doblaje sencillamente única:
ELSA FÁBREGAS MUNILL
Con mi admiración,
CAMILO GARCÍA